domingo, 18 de abril de 2021

DIEGO RUIZ, EL «MÉDICO FILÓSOFO» (2021)

 

DIEGO RUIZ, EL «MÉDICO FILÓSOFO»

Diego Ruiz Rodríguez (Málaga, 1881 - Toulouse, 1959) —filósofo, escritor, psiquiatra, revolucionario… y pícaro fantasioso en algunas ocasiones— es un personaje algo olvidado que disfrutó de cierta fama como prometedora figura del pensamiento hispano, pero también como perpetrador de pequeños escándalos que le convirtieron en el héroe de algunas leyendas urbanas barcelonesas e, incluso, en el protagonista antiheroico de la novela Jo! Memòries d’un metge filòsof (1925) de Prudenci Bertrana.

Diego Ruiz se trasladó a Barcelona en 1894, donde residía su tío Rafael Rodríguez Méndez —prestigioso catedrático y rector de la Universidad de Barcelona entre 1903 y 1905—, y como él estudió medicina. En 1902, al terminar, aparentemente, la carrera, se desplazó a Bolonia, becado para doctorarse en la especialidad de Psiquiatría. He dicho aparentemente porque, si se consulta su expediente universitario, se puede comprobar que, a pesar de tener unas notas excelentes, no llegó a cursar el último año de la carrera. Aparte de esto, parece que en Bolonia tampoco acabó el doctorado... si es que llegó a empezarlo.

Diego Ruiz, durante su segunda estancia en Cataluña, entre 1905 y 1913 —además de realizar cientos de conferencias y de escribir numerosas colaboraciones en todo tipo de publicaciones culturales hasta convertirse en un personaje de renombre—, escribió en castellano y catalán diversos libros de contenido filosófico —y de difícil comprensión— como, por ejemplo, Genealogía de los símbolos. Principios de una ciencia deductiva (1905), Llull, maestro de definiciones: nueva disertación sobre los principios del método en la historia de los sistemas (1906), Jesús como voluntad: dialéctica de la creencia cristiana (1906), Teoría del  acto entusiasta (Bases de la ética) (1906) y De l'entusiasme com a principi de tota moral futura: preparació a l'estudi de l'estètica (1907); un par de libros de cuentos, Contes d'un filòsof (1908) y Contes de glòria i d'infern, seguits dels diàlegs i màximes del Super-Crist (1911) y un libro de carácter programático de orientación modernista, escrito supuestamente para guiar la formación política y cultural de unas nuevas élites conductoras de la nación catalana, Del poeta civil i del cavaller (1908).

Sin embargo, al mismo tiempo que desarrollaba esa trayectoria fulgurante, su comportamiento conflictivo y su agresividad discursiva le iban cerrando puertas y creando enemistades.

La buena fortuna de Diego Ruiz concluyó de manera definitiva por una conjunción de factores relacionados con su nombramiento como administrador y director médico del Manicomio de Salt en junio de 1909. En primer lugar, nada más tomar posesión del cargo, aplicó tratamientos psiquiátricos innovadores que incluían un régimen abierto de entradas y salidas para los pacientes que provocó inquietud social; y, además, realizó de manera pública una dura denuncia de las condiciones misérrimas en las que habían vivido hasta entonces. En 1910, escandalizó a las clases acomodadas gerundenses con la publicación del libro La locura de Álvarez de Castro. Ensayo sobre la psicología patológica de un episodio heroico (1910), coescrito con Prudenci Bertrana. Por último, parece ser que se descubrió la impostura de su titulación médica y en julio de 1912 hubo de renunciar al cargo de director del Manicomio, que ejercía indebidamente.

Durante los meses siguientes, rechazado por los novecentistas y distanciado de algunos de los modernistas más interesantes, malvivió de manera bohemia hasta que, en 1913, tras una breve estancia en Francia y Suiza, decide abandonar Cataluña e instalarse en Italia.

En ese país formará parte de un grupo semisecreto, revolucionario y anticolonialista, el Klastos Club. Si hay que creer en los datos biográficos suministrados por él mismo —casi siempre sospechosos de contener exageraciones y medias verdades—, en función de esa militancia realizó algunas largas estancias en Egipto y Palestina entre 1925 y 1928. También encabezó un grupo de estetas, gli eternisti, vinculado al anterior, al que también pertenecía el misterioso poeta Abel Gudra (¿personaje misterioso o heterónimo del propio Diego Ruiz?), de quien se dice que influyó en la radicalización andalucista de Blas Infante.

Durante ese largo periodo —y esto sí que es innegable— publicó bastantes libros y opúsculos en italiano, francés y alemán. Filosóficos como Das Ueberwirbeltier. Praeludien einer Philosophie als Kosmogonie (1913), Die Welt ein symbol (1914), Kosmogonischer Dialog (1914), Prima prove di un principio nuovo sulla natura del Tempo come propedeutica alla dottrina del Ritmo (1921), Contro Chopin: Impromptu de un filosofo dell'entusiasmo contro ogni possibile ritorno del «Primitivo» (1921), La musicalità di Eschilo e l'enigma artistico del «Prometeo incatenato» (1921)… y de crítica política y social como L'anima di Ferrer. Conferenza tenuta a Ravenna (1914), La guerra d'oggi considerata come una delle belle arti (1914) y Dio mendicante: il grido della insurrezione indiana (1930)…

A pesar de su personalidad extravagante, no se debe menospreciar la valía intelectual de algunas de sus obras. Diego Ruiz poseía una cultura amplia y estaba siempre al día en diversas disciplinas científicas y humanísticas; por ejemplo, para centrarnos en su ámbito profesional, era conocedor de la obra de Freud a principios de siglo y de la de Reich en la década de 1930. Sin embargo, creo que el importante pensador italoargentino José Ingenieros, en su libro La cultura filosófica en España (1916), definió de manera acertada su trayectoria: «Ruiz, que había comenzado por donde pocos terminan, parece terminar por donde muchos comienzan. El bello decir, original y dionisíaco, priva ahora sobre el grave pensar; y en vez de escribir obras de filósofo ha creído más sencillo anunciarse como filósofo antes que escribirlas».

En 1931, procedente de Francia, después de ser expulsado de Italia, Diego Ruiz retornó a Barcelona. Abandonada ya su actividad puramente filosófica, siguió ampliando y difundiendo el ideario que había concretado en Del poeta civil i del cavaller, se manifestó como un defensor acérrimo del retorno a una cultura y un pensamiento de raíces iberosemitas, tarea que ya había iniciado durante sus años italianos, y, de manera paralela, se aproximó al movimiento libertario y colaboró en publicaciones como Solidaridad Obrera, Catalunya, Tierra y Libertad y Umbral.

Continuó publicando libros de crítica política y social como El crim dels Reis Catòlics i la fi de la missió de Castella (1931), Represión mental en Alemania. Piezas de convicción para un juicio sobre el Nazismo y la cuestión judía (1933), El Duce contra el Negus: análisis científico de un sangriento conflicto (1935), Vacunar es asesinar. Dejarse vacunar, suicidarse (1935) y La Química contra la humanidad: la verdad a mi pueblo sobre la falacia de la defensa pasiva contra los gases (1937), entre otros, todos bastante panfletarios —redactados con frecuencia como si se tratara de la transcripción de una arenga— y de escaso interés intelectual, pese a lo que pudieran apuntar sus títulos, siempre sugerentes. Y, ¡cómo no!, siguió protagonizando nuevos episodios singulares que iban renovando e incrementando su fama de personaje excéntrico.

El 1939 se exilió en Francia —residiendo en Toulouse y Biarritz— donde todavía publicaría alguna obra y seguiría sumando activos a su trayectoria de anécdotas estrambóticas y escandalosas como la de aceptar dar una charla en una peña taurina para espetarles que «el único personaje digno y respetable de la fiesta es el animal».

Sin duda, Diego Ruiz sufrió desde muy joven algún tipo de desequilibrio emocional que se exteriorizaba con una intensificación exponencial de su comportamiento megalomaníaco y en la estructura ideofugitiva de buena parte de sus manifestaciones discursivas; unos rasgos que, sin embargo, también le conferían, por lo visto, una capacidad de seducción asombrosa, tanto entre políticos, escritores, filósofos y editores… como, pese a una proverbial falta de higiene, entre bastantes mujeres jóvenes y hermosas.

¿Una mente brillante perdida en el laberinto de un trastorno psíquico? ¿Un pensador interesante obscurecido por las peripecias de una vida desordenada y devenido en embaucador? No seré yo quien emita un diagnóstico.

Jorge F. Fernández Figueras

Esbozo biográfico publicado en Ulthar. Revista de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, febrero de 2021




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