jueves, 29 de abril de 2021

JOSEP PLA MENCIONA A DIEGO RUIZ [II] (1919)



[...] que els pobres dements de Salt hagin tingut com a director aquest impressionant, aventurer i maliciós estrabul·lat és una de les coses més grosses que han passat en aquest segle en aquest país -i algunes han estat fenomenals. [...] en un moment determinat, Ruiz, havent ja sembrat amb la seva presència la confusió en molts esperits, passà la frontera i se n'anà a viure a Itàlia. Bertrana degué pensar molt, amb el pas dels anys, en aquell sinistre personatge que tant l'havia fascinat. I així, ja molt més tard, escriví un llibre titulat Jo, que és un retrat admirable de l'exdirector del manicomi de Salt, de la seva falta de sentit del ridícul, del seu egocentrisme diabòlic, de la seva pedanteria inacabable. És un retrat molt ben girat que probablement no ha estat tan llegit com mereixeria un treball semblant.

Josep Pla, Prosperitat i rauxa de Catalunya, 1977.


miércoles, 28 de abril de 2021

JOSEP PLA MENCIONA A DIEGO RUIZ [I] (1919)


Josep Pla (1917)
Durante casi toda la estancia en Gerona, Coromina me habla con gran estusiasmo del doctor Diego Ruiz. Le conoció en la misma Gerona, cuando Ruiz era director del manicomio de Salt. Era un poco loco y atrabiliario —me dice—, pero sabía muchas cosas, y las sabía con una precisión y seguridad excepcionales.

Por la noche, en la tertulia, hago una pequeña mala pasada a Coromina. Le enseño las notas preliminares de Ruiz a El Anticristo de Nietzsche —la única obra de este autor traducida al castellano directamente del alemán, si no estoy equivocado—. En estas notas, Ruiz habla del famoso discurso de Calicles sobre la superioridad del derecho de los más fuertes —de cuyo discurso arranca toda la doctrina anticristiana de Nietzsche—, y dice (Ruiz) que el discurso de Calicles se encuentra en el Fedón. Ahora bien: esto no es enteramente exacto. El discurso de Calicles se encuentra en el Gorgias, si no me equivoco.

Coromina me mira un momento con una pequeña sonrisa que contiene justo la cantidad de desprecio indispensable. En este país, no creo que se pueda pedir más cuando hay por en medio una partícula de amor propio. Todo esto son nimiedades.

Josep Pla, Notas y dietarios, 2008

lunes, 26 de abril de 2021

DIEGO RUIZ DESAFIADO A UN DUELO

La premsa catalana revé sovint aquests darrers mesos al tema de la crítica literària. No crec pas que ho faci únicament per fugir temes de més risc, sinó pel seu veritable interès. La qüestió ja és vella a casa nostra. Ara fa quinze anys, Diego Ruiz, per haver escrit en El Poble Català dolent-se de la manca de crítica i de crítics en els termes vius que li eren habituals, fou desafiat pel qui llavors exercia la crítica de llibres catalans a La Vanguardia. El duel no tingué lloc, sortosament. Si un dels adversaris, però, hi hagués «romàs mort fred», com diuen les velles cròniques, s’hauria demostrat un cop més l’absurditat del procediment «cavalleresc»: seguiríem avui parlant de la crítica tal com ho fem ara, que tots dos viuen i produeixen.

Lluís Nicolau d’Olwer

La Publicitat, 3 de gener de 1929


http://papersvells.cat/lluis-nicolau-d-olwer/el-problema-de-la-critica/

sábado, 24 de abril de 2021

UN POEMA DE JAUME GRAU CASAS DEDICADO A DIEGO RUIZ

Al doctor Diego Ruíz, médico psiquiatra


Eres el más bohemio y el más contradictorio

ejemplar de la rica fauna intelectual.

Pudiste ser un «as» en un laboratorio

y has preferido ser un hablista ocasional.


Eres un izquierdista y un revolucionario

de una incoherente mentalidad estrambótica:

parece que tu cátedra es un confesionario

¡y alzas el incensario a la Iglesia Católica!


Tránsfuga inquieto, viajero sin rumbo,

muchos símbolos pueden adornar tu solapa;

por todas las ideas tú vas de tumbo en tumbo

¡y en todas ellas eres más papista que el Papa.


Admiro tu Cultura, tu Montserrat, tu Italia,

la escolástica «Summa» de tu santo Tomás;

mas no olvides por qué estamos en Galia

¡y que tú eres también un refugiado más!


A pesar de tus ínfulas no te tengo rencor;

y ya te he perdonado más de una jugarreta,

porque entre tus insultos me llamabas «doctor»

¡y acusándome réprobo me elogiabas «poeta»!


Jaume Grau Casas


Un poema del libro Ulisses en el fang, escrito en los campos de concentración franceses entre 1939 y 1944.

viernes, 23 de abril de 2021

DIEGO RUIZ: TEXTOS EN CASTELLANO PUBLICADOS EN DIARIOS Y REVISTAS ENTRE 1898 Y 1938

1898

Cataluña y Andalucía Luz

1901

Hipócritas del Entusiasmo

La Tiranía de la Frase

Bocetos

Su Majestad el hombre La Vanguardia

La Majestad caída La Vanguardia

Para una «Patología Social»

La Prisión de un Lord

El Idioma Oficial

Brindis al Dr. Rafael Rodríguez Méndez

1902

Derecho a la inmodestia La Vanguardia

Sobre el Libro de Altamira

Sobre Gœthe 1 La Vanguardia

Sobre Gœthe 2 La Vanguardia

1903

Ensayo sobre las antinomias de la educación sexual Boletín de la Institución Libre de Enseñanza

1904

Impresiones pedagógicas de Italia La Lectura. Revista de Ciencias y de Artes

Sobre el sentimiento de la envidia Boletín de la Institución Libre de Enseñanza

1905

Gratitud

Diego Ruiz

1906

Una colonia amenazada

¡Gaspar Sentiñón!

Enotorio romano

Pro Italia

Los alegres compadres de Nubiana

El diputado por la razón

Nubiana

Intelectuales y pueblo

Psicología de los hombres honrados La Vanguardia

Los dóciles corderos de Panurgo

Alocución íntima a un ciudadano en triunfo

Aparte al pedagogo

1907

Del precepto de odiar La Vanguardia

De una acción de los obreros sobre los intelectuales

De Propia Vita

Cómo me aficioné a Platón (*)

Sátana Il Grande

Carta confidencial a un profesor de antropología

Después de Pío X

¡Berthelot! (1827 – 1907)

Sensaciones a bordo de un costero

Apología de Judas

Para este sábado de gloria

De la risa

Frente a Nubiana

Testamento pedante (I) La Vanguardia

Testamento pedante (II) La Vanguardia

El genio de Abdera La Vanguardia

La conversión de Alfredo Calderón y el caso lapuya

¿Qué hacer de la religión?

Mi 20 de mayo

Del amor a España, de los malos escritores y de la severidad de ciertas penas

La nube y la estatua

Oda a la nación esclava La Publicidad

La psicología de Carlos Alberto explicada a un Político Italiano

Nuevos horizontes de la pedagogía

De la piedad para consigo mismo

De la sublimidad en la blasfemia

El Separatismo de Julio Burell

Derecho a emocionarse

En torno a una oda

A los psicologicizantes de El País

Los resquemores de doña inquietudes

Bagaria, dictador espiritual

La acción de la juventud

La lucha santa

En la Muerte de Alfredo Calderón

1908

Las impiedades de Pío X

El suicidio del rey de Portugal

El suicidio de un rey

Marquina, D’annunzio y el Pueblo

De la facultad de fulminar anatemas

Congreso de juventudes republicanas

A la juventud universitaria La Internacional

1909

Líneas fundamentales para un concepto unitario del Tic, la idea fija y la fobia

Marx y el corazón La Internacional

A los camaradas de La Internacional  La Internacional

Los hombres y los libros. Filisteos en la picota  La Internacional

Profesión de fe socialista La Internacional

Miseria y crimen La Internacional

Los libros y los hombres. Pueblo enfermo. Intorno al sindacalismoLa Internacional

Los libros y los hombres. A. Calderer Morales: Dones y Roses La Internacional

A ti, que sufres La Internacional

¿De quién será la responsabilidad de la sangre en la revolución social? La Internacional

El sermón en la montaña socialista La Internacional

De la delincuencia atenuada

1910

La mecánica de las revoluciones Vida Socialista

La Internacional de Gerona

Del enemigo, el consejo

Psicosis del revolucionario

1911

Visión cosmológica de la pedagogía

1912

Apología de Francia

Los grandes retractados La Publicidad

Arte y artistas. Joaquín Borralleras La Publicidad

Las grandes mentes de aquí. Eugenio d'Ors La Publicidad

Oración VIII Mi Maestro de Griego y X Bocaccio y El Ideal

De Mar a Mar Correo de las Letras & de las Artes

El infortunio mental y su protección por el estado Archivos de psiquiatría y criminología

1913

Ensayos sobre la poesía verdagueriana

Joaquín Sunyer La Publicidad

Futuro Reino de Francia y Enigma Republicano Español La Publicidad

La vaca cega La Publicidad

Monografías Artísticas

¡Francia Siempre!

1914

Mi Doctrina y el Pensamiento de mi Raza

1915

El Entusiasmo en Italia Cultura

1917

De la interpretación biológica del genio

1925

Ella

1926

Addenda

1927

1931

Convenientes Aclaraciones sobre la Estructura y el Método de un Curso sobre la Revolución Moderna

El Comprometedor Silencio de la Prensa

A La Comisión del 4 de septiembre

Tesis de Partida para una Comisión Parlamentaria

Hay Que Hablar

Por los Presos del «Antonio López»

Huelga Electoral y Voto Positivo

De la Polémica Infantil y de la Fanfarronería Comunista

Ateneo de Nulidades y de Cómplices en Homicidio

1932

Judaísmo y Anarquismo Ágora

La España Revolucionaria ante La Alianza Francia-Japón

Anti-Gœthe

La Ruina de París

Madariaga, Lacayo de Francia y el Alomar Monjil ante el Duce

Briand ha Muerto

La Doble Traición de Arístides Briand

Contra el unitarismo español. Cataluña se levantará como un solo hombre

Una carta del doctor Diego Ruiz

1935

La trágica confesión literaria del Dr. Max Nettlau y la obra de Peter Pynton contra el dogma médico Tierra y Libertad

Myriam de Mármara

Los cristianos que se mofan de Cristo

Lloret de Mar, mi cuarto a espadas contra Tuquiets y el delirio jadeante tigroide

El naturismo, la masonería y el cura Tuquiets

Hacienda española Tierra y Libertad

1936

El frente jurídico

A los de Sitges

Alemanes y japoneses contra España

1937

Roma – Berlín – Tokio y la incógnita América

De la paradójica situación económica de Francia en Marruecos

Franco, negociador de piritas

Escuadra de Alemania

Bilbao y Riotinto en el marco de Europa regional

Ofensiva bancaria de vastas proporciones en relación con la guerra española

Alemania e Inglaterra, ligadas por el trust de la dinamita

Blum y Bilbao

La coalición económico-financiera y la iniquidad del derecho entre naciones

El jubileo financiero de Italia y la onda explosiva del doctor Schacht

La coalición industrial y los orígenes financieros de la acción de guerra por el subsuelo de España

Agresión Japonesa contra España desde las Filipinas

El Trust del Crédito y la Democracia Americana

La Banca de Francia, contra Francia. El Tercer Reich contra Bohemia

Isaac Newton, Economista y Salvador de las Finanzas de Inglaterra 

Sutiles Economistas en México y Convenio de Reciprocidad con Japoneses

Conocimiento del Japón

Sutiles Economistas en México y Convenio de Reciprocidad con Japoneses

América, para los Americanos del Norte y Monroe para Morgan

Marconi Jameson y la Concepción Náutica del Universo

El Infortunio Mental de Manuel de Falla

De los Sincronismos Industriales entre Japón y Potencia Anglosajona y Entre Rusia y Japón

El Negociador de Piritas y la Misión Cristiana de los Belgas

Los Judíos del Japón y la Revolución en Anatomía Humana

La Posesión de las Riquezas Mineras del País, es el “Alto Ideal” que persiguen los Japoneses en China

Epidemia Inminente que Amenaza al Mundo

1938

La Alquimia en la Guerra

La Muerte de Austria y el Recrudecimiento de la Lucha contra Israel

La Infame Ciencia de los Bombardeos y el Duro Corazón de Bhara Barka, Poeta de España

Los Ruizistas en el Combate

El chantaje de la ciencia y la guerra del mundo

El terrorismo bacteriológico y la lucha contra las Agresinas

El Chantaje de la Guerra Bacteriológica y la Movilización

Sobre la Tumba de Checoeslovaquia

La Defensa Pasiva y las actitudes contrastantes del Japón y de Francia

Anglosajonia y Defensa Pasiva

Anglosajonia Y Defensa Pasiva II

Turquía y Palestina ante Contraofensiva de Británicos, en la Inminencia de la Muerte de Mustafá Kemal Pachá

Aragoneses en el Frente e Indochinos en Barcelona

ARTÍCULOS MÉDICOS

Del Tratamiento del Insomnio por la Abstención Medicamentosa

Una página de la historia médico-psicológica de los «sucesos de julio en Cataluña»

El Crimen de un Werther de Aldea

La Química que no debe ignorar el Clínico Psiquiatra


Gran parte del trabajo de localización de estos textos se debe a María Teresa Ruiz

martes, 20 de abril de 2021

ARTÍCULOS DE DIEGO RUIZ PUBLICADOS EN «EL POBLE CATALÀ» (1906 a 1912)

 



1906

«Els nous ideals de l’Ibèria» 

«Programa i Manifest»

«De la dictadura espiritual de Catalunya (I): l’exemple d’Itàlia»

«De la dictadura espiritual de Catalunya (II): La iniciativa de l’abolició de la pena de mort»

«De la dictadura espiritual de Catalunya (III): obrerisme i catalanisme»

«De la dictadura espiritual de Catalunya (IV): intel·lectualitat efusiva»

«De la dictadura espiritual de Catalunya (V): juvenilia»

«De la dictadura espiritual de Catalunya (VI - VII): El bons odiadors – Unamunculus. L’últim fuster de Nubiana»

«De la dictadura espiritual de Catalunya (VIII): vitalitat de la llengua catalana»

«De la dictadura espiritual de Catalunya (IX): Els enemics de la vostra ànima»

1907

«La política d’Idees. Noves confessions als fills de la nació catalana»

«De "dilettanti" a criminal»

«De l’Estètica del moviment nacionalista»

«Sacrifici y Comers»

«De la poesia civil. El poeta de la indignació»

«De la poesia civil. Goethe i el poble»

1912

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració I – Sols devindreu forts per l’Esperit»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració II – Espiritualitzeu-vos, si voleu tenir un Teatre»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració III – Sophia»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració IV – Nacionalisme... "estrecho"?»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració V – De la bella mentalitat del mestre Pahissa»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració VI – Pro Doctor Pompeius Gener»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració VII – El Ritme de Barcelona»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració VIII – El meu mestre de grec»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració IX – D’un doble error d’inducció històrica i de psicologia d’en Milà i Fontanals»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració X – Boccaccio i l’Ideal»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració XI – Espiritualitzeu la democràcia: no trivialitzeu l’Esperit»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració XII – Psicologia subversiva de l’heroisme»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració XIII – La Tonticràcia»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració XIV – Del sofisma cabdal, en el sentiment de l’enveja»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració XV – La tragèdia del pensador entre nosaltres»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració XVI – Un llibre vil»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració XVII – Ferroviaris!»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració XVIII – De les societàries fornades»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració XIX – La filosofia de l’Art, segons en Jaume Pahissa»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració XX – El Dr. Joaquim Borralleras»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció – Oració XXI – Santa Julie de Lespinasse»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció ­– Oració XXII – La llei de la tessitura central i la jerarquia dels instruments de música, segons Jaume Pahissa [1]»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció ­– Oració XXII – La llei de la tessitura central i la jerarquia dels instruments de música, segons Jaume Pahissa [2]»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció ­– Oració XXII – La llei de la tessitura central i la jerarquia dels instruments de música, segons Jaume Pahissa [3]»

«De la dictadura espiritual a Catalunya. Retorn a una doctrina de l’Entusiasme cívic propost com a base religiosa de tota forma culta d’Acció ­– Oració XXII – La llei de la tessitura central i la jerarquia dels instruments de música, segons Jaume Pahissa [4]»

«De la dictadura espiritual a Catalunya – Oració XXIII. Desenganyeu-vos: l’ànima és immortal»

domingo, 18 de abril de 2021

DIEGO RUIZ, EL «MÉDICO FILÓSOFO» (2021)

 

DIEGO RUIZ, EL «MÉDICO FILÓSOFO»

Diego Ruiz Rodríguez (Málaga, 1881 - Toulouse, 1959) —filósofo, escritor, psiquiatra, revolucionario… y pícaro fantasioso en algunas ocasiones— es un personaje algo olvidado que disfrutó de cierta fama como prometedora figura del pensamiento hispano, pero también como perpetrador de pequeños escándalos que le convirtieron en el héroe de algunas leyendas urbanas barcelonesas e, incluso, en el protagonista antiheroico de la novela Jo! Memòries d’un metge filòsof (1925) de Prudenci Bertrana.

Diego Ruiz se trasladó a Barcelona en 1894, donde residía su tío Rafael Rodríguez Méndez —prestigioso catedrático y rector de la Universidad de Barcelona entre 1903 y 1905—, y como él estudió medicina. En 1902, al terminar, aparentemente, la carrera, se desplazó a Bolonia, becado para doctorarse en la especialidad de Psiquiatría. He dicho aparentemente porque, si se consulta su expediente universitario, se puede comprobar que, a pesar de tener unas notas excelentes, no llegó a cursar el último año de la carrera. Aparte de esto, parece que en Bolonia tampoco acabó el doctorado... si es que llegó a empezarlo.

Diego Ruiz, durante su segunda estancia en Cataluña, entre 1905 y 1913 —además de realizar cientos de conferencias y de escribir numerosas colaboraciones en todo tipo de publicaciones culturales hasta convertirse en un personaje de renombre—, escribió en castellano y catalán diversos libros de contenido filosófico —y de difícil comprensión— como, por ejemplo, Genealogía de los símbolos. Principios de una ciencia deductiva (1905), Llull, maestro de definiciones: nueva disertación sobre los principios del método en la historia de los sistemas (1906), Jesús como voluntad: dialéctica de la creencia cristiana (1906), Teoría del  acto entusiasta (Bases de la ética) (1906) y De l'entusiasme com a principi de tota moral futura: preparació a l'estudi de l'estètica (1907); un par de libros de cuentos, Contes d'un filòsof (1908) y Contes de glòria i d'infern, seguits dels diàlegs i màximes del Super-Crist (1911) y un libro de carácter programático de orientación modernista, escrito supuestamente para guiar la formación política y cultural de unas nuevas élites conductoras de la nación catalana, Del poeta civil i del cavaller (1908).

Sin embargo, al mismo tiempo que desarrollaba esa trayectoria fulgurante, su comportamiento conflictivo y su agresividad discursiva le iban cerrando puertas y creando enemistades.

La buena fortuna de Diego Ruiz concluyó de manera definitiva por una conjunción de factores relacionados con su nombramiento como administrador y director médico del Manicomio de Salt en junio de 1909. En primer lugar, nada más tomar posesión del cargo, aplicó tratamientos psiquiátricos innovadores que incluían un régimen abierto de entradas y salidas para los pacientes que provocó inquietud social; y, además, realizó de manera pública una dura denuncia de las condiciones misérrimas en las que habían vivido hasta entonces. En 1910, escandalizó a las clases acomodadas gerundenses con la publicación del libro La locura de Álvarez de Castro. Ensayo sobre la psicología patológica de un episodio heroico (1910), coescrito con Prudenci Bertrana. Por último, parece ser que se descubrió la impostura de su titulación médica y en julio de 1912 hubo de renunciar al cargo de director del Manicomio, que ejercía indebidamente.

Durante los meses siguientes, rechazado por los novecentistas y distanciado de algunos de los modernistas más interesantes, malvivió de manera bohemia hasta que, en 1913, tras una breve estancia en Francia y Suiza, decide abandonar Cataluña e instalarse en Italia.

En ese país formará parte de un grupo semisecreto, revolucionario y anticolonialista, el Klastos Club. Si hay que creer en los datos biográficos suministrados por él mismo —casi siempre sospechosos de contener exageraciones y medias verdades—, en función de esa militancia realizó algunas largas estancias en Egipto y Palestina entre 1925 y 1928. También encabezó un grupo de estetas, gli eternisti, vinculado al anterior, al que también pertenecía el misterioso poeta Abel Gudra (¿personaje misterioso o heterónimo del propio Diego Ruiz?), de quien se dice que influyó en la radicalización andalucista de Blas Infante.

Durante ese largo periodo —y esto sí que es innegable— publicó bastantes libros y opúsculos en italiano, francés y alemán. Filosóficos como Das Ueberwirbeltier. Praeludien einer Philosophie als Kosmogonie (1913), Die Welt ein symbol (1914), Kosmogonischer Dialog (1914), Prima prove di un principio nuovo sulla natura del Tempo come propedeutica alla dottrina del Ritmo (1921), Contro Chopin: Impromptu de un filosofo dell'entusiasmo contro ogni possibile ritorno del «Primitivo» (1921), La musicalità di Eschilo e l'enigma artistico del «Prometeo incatenato» (1921)… y de crítica política y social como L'anima di Ferrer. Conferenza tenuta a Ravenna (1914), La guerra d'oggi considerata come una delle belle arti (1914) y Dio mendicante: il grido della insurrezione indiana (1930)…

A pesar de su personalidad extravagante, no se debe menospreciar la valía intelectual de algunas de sus obras. Diego Ruiz poseía una cultura amplia y estaba siempre al día en diversas disciplinas científicas y humanísticas; por ejemplo, para centrarnos en su ámbito profesional, era conocedor de la obra de Freud a principios de siglo y de la de Reich en la década de 1930. Sin embargo, creo que el importante pensador italoargentino José Ingenieros, en su libro La cultura filosófica en España (1916), definió de manera acertada su trayectoria: «Ruiz, que había comenzado por donde pocos terminan, parece terminar por donde muchos comienzan. El bello decir, original y dionisíaco, priva ahora sobre el grave pensar; y en vez de escribir obras de filósofo ha creído más sencillo anunciarse como filósofo antes que escribirlas».

En 1931, procedente de Francia, después de ser expulsado de Italia, Diego Ruiz retornó a Barcelona. Abandonada ya su actividad puramente filosófica, siguió ampliando y difundiendo el ideario que había concretado en Del poeta civil i del cavaller, se manifestó como un defensor acérrimo del retorno a una cultura y un pensamiento de raíces iberosemitas, tarea que ya había iniciado durante sus años italianos, y, de manera paralela, se aproximó al movimiento libertario y colaboró en publicaciones como Solidaridad Obrera, Catalunya, Tierra y Libertad y Umbral.

Continuó publicando libros de crítica política y social como El crim dels Reis Catòlics i la fi de la missió de Castella (1931), Represión mental en Alemania. Piezas de convicción para un juicio sobre el Nazismo y la cuestión judía (1933), El Duce contra el Negus: análisis científico de un sangriento conflicto (1935), Vacunar es asesinar. Dejarse vacunar, suicidarse (1935) y La Química contra la humanidad: la verdad a mi pueblo sobre la falacia de la defensa pasiva contra los gases (1937), entre otros, todos bastante panfletarios —redactados con frecuencia como si se tratara de la transcripción de una arenga— y de escaso interés intelectual, pese a lo que pudieran apuntar sus títulos, siempre sugerentes. Y, ¡cómo no!, siguió protagonizando nuevos episodios singulares que iban renovando e incrementando su fama de personaje excéntrico.

El 1939 se exilió en Francia —residiendo en Toulouse y Biarritz— donde todavía publicaría alguna obra y seguiría sumando activos a su trayectoria de anécdotas estrambóticas y escandalosas como la de aceptar dar una charla en una peña taurina para espetarles que «el único personaje digno y respetable de la fiesta es el animal».

Sin duda, Diego Ruiz sufrió desde muy joven algún tipo de desequilibrio emocional que se exteriorizaba con una intensificación exponencial de su comportamiento megalomaníaco y en la estructura ideofugitiva de buena parte de sus manifestaciones discursivas; unos rasgos que, sin embargo, también le conferían, por lo visto, una capacidad de seducción asombrosa, tanto entre políticos, escritores, filósofos y editores… como, pese a una proverbial falta de higiene, entre bastantes mujeres jóvenes y hermosas.

¿Una mente brillante perdida en el laberinto de un trastorno psíquico? ¿Un pensador interesante obscurecido por las peripecias de una vida desordenada y devenido en embaucador? No seré yo quien emita un diagnóstico.

Jorge F. Fernández Figueras

Esbozo biográfico publicado en Ulthar. Revista de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, febrero de 2021




sábado, 17 de abril de 2021

DIEGO RUIZ: «UNA RESURRECCIÓN EN PARÍS» (1908) [TRADUCCIÓN (2021)]


UNA RESURRECCIÓN EN PARÍS 

A Eugenio d'Ors 

¿Vosotros creéis que, cuando los muertos son cadáveres para nosotros, son cadáveres también para ellos mismos? No hablo aquí de la muerte aparente: hablo de la muerte controlada, de la muerte científica, de la carne que se pudre sin remedio, de la carne que no respira ni vive; de los ojos impasibles y de los corazones parados para siempre. La muerte de la papeleta de defunción del médico, la muerte realidad y no simulacro. Así pues, ¿os parece que cuando un hombre es cadáver para nosotros, los de fuera, es también cadáver visto desde dentro? Considerad que os hablo exactamente de un «dentro» al que no llegaréis ni con el escalpelo ni con el microscopio: pues con el escalpelo y el microscopio seguiréis encontrando la muerte, ¡siempre la muerte!... El hecho que me empuja a hacer estas reflexiones, estas preguntas a las que —oh, no os equivoquéis— sé de sobras que no se contestará nunca, vosotros mismos lo podréis juzgar ahora. Por mi parte, dejaré hablar a la Verdad. Puedo contar estas cosas breve y tranquilamente, puesto que ya hace más de tres años que las vi. Superada la emoción, ahora solo tengo el deseo de una explicación: vano deseo, loco deseo...

Las piernas laceradas surgían lastimosas entre las desgarradas ropas de hospital... Aquel desdichado Monsieur Paul lanzó una última mirada destellante al cielo de noviembre y murió un atardecer en medio de una de aquellas tormentas de miseria y dolores… Aquella pequeña tragedia —¡una más!— quedó convenientemente envuelta toda la noche, todas las horas de la fría noche de noviembre, en una mortaja que ninguna mano tocó hasta la llegada del gran Raymond. El gran Raymond —permitidme afirmarlo— es el prestigio más sólido de la Salpêtrière. Debo hacerle justicia. A su lado he aprendido misterios inolvidables...

Cuando el gran Raymond llegó hasta el cadáver, fija la mirada en el pecho ennegrecido de Monsieur Paul, se le marcó una arruga en la frente y otra en los labios, y pronunció estas palabras proféticas:

—Que este cadáver sirva para nuestras investigaciones...

Comprobada su muerte, Monsieur Paul pertenecía aún a la Ciencia.

El gran Raymond le hizo trasladar, ordenó que quedara tendido sobre el mármol de la mesa de los sacrificios, y, dirigiéndose tan pronto al fallecido como a nosotros, correcta, tranquilamente, pronunció su pequeño discurso:

—No es una autopsia, señores, lo que yo me propongo hacer ahora, sino una resurrección. No cabe duda que estamos ante una muerte, pero no de una muerte aparente, sino de una muerte real. La resurrección que intento, así pues, no es ningún escamoteo: eso sería indigno de un discípulo de Charcot. Soy, sencillamente, uno de tantos experimentadores que creen en el efecto de las emociones sobre los cadáveres, sobre el corazón de los cadáveres…

Aquel lenguaje no era el habitual en el gran Raymond. Diagnosticaba, recetaba, pronosticaba el proceso de una parálisis o de una demencia...; sin embargo, nunca había intentado resucitar a alguien.

Nuestro interés era tan grande al escuchar aquellas palabras como imperturbable era la sincera tranquilidad con las que se pronunciaron.

El gran Raymond continuó, y se dirigía tan pronto al cadáver como a nosotros:

—Yo podría hacer retroceder la Muerte en estos momentos, si tuviera un medio lo bastante intenso para conseguir esa gran victoria... Pero todos los medios físicos y químicos, los únicos de los que disponemos hasta ahora, son inferiores al Enemigo. ¿Electricidad? La Muerte es más dura. ¿Ácidos y venenos? La Muerte es más dura. ¿Cortes y fuego? La Muerte es más dura... Se trata de crear un medio, un Instrumento, y de utilizarlo con destreza, con astucia. He pensado, señores, que este instrumento me lo podía fabricar yo mismo a mi gusto, y he esperado este día para hacer mis pruebas...

El silencio que en ese momento reinaba entre nosotros era impresionante. Comprendí aquella mañana que un hombre que se llamaba Jesús se hubiera ganado los corazones y las voluntades con esperanzas y promesas. Aquella seguridad con que el gran Raymond proponía una resurrección, y discutía los medios, estaba por encima de todo lo que yo había aprendido y de todo lo que me parecía que podría aprender.

El botón rojo en la redingote, el gesto amplio, nobilísimo, venerable, el gran Raymond concluyó así:

—Durante los dos años que este pobre ha estado en nuestra clínica, me he preocupado de forjar continuamente, diariamente, el instrumento destinado a ser utilizado un día. Este instrumento ha sido una «pasión». Yo he cultivado esa pasión en el corazón que ya no late, he creído arraigarla, he querido enraizársela; estoy seguro de haberla arraigada. Recuerden, señores, mi conducta para con este desgraciado Monsieur Paul. Yo he advertido en él un sistema nervioso sensibilísimo. Cuando os hablaba, a propósito de él, de desequilibrio, pensaba en el desequilibrio superlativo... Era un perturbado por las lecturas, un romántico, un genio de distrito, «el mejor poeta de su calle». Era un demente, y lo que se llama «un gran corazón». Emocionable, hasta el punto que habéis visto en nuestras sesiones de hipnotismo, que no habréis olvidado; rozando siempre el delirio; llorando y riendo sin motivos razonables. Ninguna relación entre sus sentidos y sus nervios; ninguna proporcionalidad entre el excitante y la respuesta al excitante... De todas estas condiciones yo he querido, yo debía, aprovecharme, y me he aprovechado, como verán. Recuerden mi procedimiento, se lo ruego. ¿Qué he hecho? He sido un experimentador que, en más amplia esfera, he reproducido un fenómeno diario: un enamoramiento. Han visto, señores, como he provocado un amor en condiciones infalibles de castidad y de pureza. Sabía que una de nuestras histéricas, una de nuestras enfermas, puesta en relación con este desgraciado Monsieur Paul, provocaría una tormenta romántica en el corazón del que hoy, para nosotros, es un cadáver. No podía retroceder ante sentimentalismos que otro fisiólogo, más escrupuloso si se quiere, habría respetado. Mi deber, en estas circunstancias, era fabricarme un instrumento más duro que la Muerte para poder usarlo el día que conviniera con más provecho que la Electricidad y que los Ácidos, que el Escalpelo y que el Fuego. A mí me hacía falta una Pasión fuerte, profunda, con la que pudiera, el día de mañana, provocar una Emoción sobre los nervios de este cadáver. Han asistido, señores, al desarrollo de ese afecto purísimo, y nada ridículo para nosotros —atentos solo a los intereses de la Verdad y de la Ciencia—, entre Monsieur Paul y la mujer que dentro de un momento se presentará ante ustedes y ante su amado. Los poemas y las cartas cruzadas, los detalles de este romance científico, provocado por nosotros, les son familiares. Solo hoy, no obstante, sabéis la razón de aquellas cosas que quizás habéis sentido la tentación alguna vez de creer un tanto triviales. A mí me hacía falta, finalmente, una pasión casta, pura, nutrida continuamente por «el Ideal»; me hacía falta, en una palabra, un deseo no satisfecho, un deseo prolongado más allá de la Muerte... Yo haré que venga la mujer que ha cuidado continuamente a Monsieur Paul, la que cerró sus ojos y que recogió el último aliento de sus labios. En ella reside todo el secreto de nuestra resurrección...

Y el gran Raymond se hizo obedecer. Vimos la figura, familiar para nosotros, de la «científica» prometida del pobre Monsieur Paul. Con un gesto categórico, el gran Raymond detuvo la natural expansión de los sentimientos de intensa ternura de la enamorada.

La tomó de la mano y, con la voz dura del hipnotizador, la hizo acercarse al rígido cadáver. El gran Raymond le dijo enérgicamente:

—Míralo, aquí está tu amigo, tu tesoro. Está muerto, pero volverá a la vida si tú lo llamas con dulzura. Aquí, en este oído, di: «Monsieur Paul, Paul, Monsieur Paul…».

Así lo llamó; ¡pero lloraba! Nunca sentiré más ternura, más amor en una voz de mujer. Tres veces me hicieron estremecer aquellos llantos, aquella desesperada contención, aquel miedo que no llegaba a manifestarse, aquella castidad, aquella pureza, aquel inmenso deseo no satisfecho…

El gran Raymond ya lo había dispuesto todo para su experiencia. Sobre el pecho ennegrecido del fallecido, un cardiógrafo registraba, en el papel negro de humo de un cilindro de Marey, los más pequeños movimientos. Cuando se escuchó la última voz, en medio de los llantos de la loca —¡sí, yo lo vi! —, rígido, blanco, integérrimo, el cardiógrafo trazó en el papel negro un signo que ninguna mano habría podido apreciar, por habituada que estuviera a tomar el pulso. Y, sonriente, el gran Raymond, vuelto hacia nosotros, nos mostró aquel signo:

—El corazón ha latido un momento. Por un momento hemos operado una resurrección...

Diego Ruiz


Contes d’un filosoph (Biblioteca «Joventut», Barcelona, 1908)

Traducción de Jorge F. Fernández Figueras

Publicada en Ulthar. Revista de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, febrero de 2021

viernes, 9 de abril de 2021

MANIFIESTO DEL INSTITUTO MÉDICO-SOCIAL DE CATALUÑA (1910)

A NUESTROS COLEGAS, A NUESTROS COTERRÁNEOS


El momento actual, para la Medicina es de suma transcendencia. Rompiendo con la rutina, a mediados del pasado siglo, creció por el método experimental con lozanía; y hoy, merced a su avance, se muestra como la guiadora suprema de los pueblos. Buscando el origen de los males orgánicos, ha debido ocuparse en los sociales, y ha visto al hombre, no sólo condicionado por el medio físico, sino por el medio social en el cual vive. Es más: a medida que la Humanidad progresa, este se manifiesta con mayor influjo; en la inmensa mayoría de casos, si los factores morbosos obran, es porque los sociales les favorecen. Siempre pendiente de ellos en el mundo, el hombre pende ya de ellos al comenzar su vida. Nacido de la tierra, es a un tiempo hijo de la sociedad en que brota; es polvo, pero influido por los efluvios de la Historia. En sus detalles, en su carácter, en su fuego vivífico, hay el rescoldo, el centelleo do las generaciones innúmeras que fueron; hay la resonancia de sus luchas, de sus deleites y tristezas; en su vida se percibe el eco perdurable de los muertos.


No nacen los hombres al acaso, sino con la marca de quienes los formaron. No viven los hombres a la ventura, sino moldeados por quienes les rodean. Heredan y les amoldan, y se adaptan o perecen, y, aunque adaptados, sucumben a las veces, porque el mismo molde les amala, ¡Cuántos de los enfermos que asistimos son sólo víctimas de sus ascendientes! Víctimas de sus vicios, de sus pasiones y extravíos; pero estos ¿qué fueron sino reflejo de los extravíos y dislates do su tiempo? Los hijos son epilépticos, los padres fueron alcohólicos; pero la culpa es de la sociedad madrastra que les llevó al embrutecimiento. Los tiernos infantes, los rosados capullos, cuya gracia roe la infección paterna, ¿qué son sino la secuela de una sociedad ignorante y corrompida? Los jóvenes que, presa del tifus, se agostan en tristes lechos, ¿no nos dicen la vergüenza de una civilización imprevisora y sucia? Los flacos, los enclenques; los pobres cuerpos trocados en pasto de gérmenes tuberculosos, toda esa pobre humanidad maltrecha, cada día más mustia y decaída, ¿no evidencian el horror de talleres y casas, de trabajos y escuelas, de salarios y vicios: de toda la trama de la sociedad nuestra?


Es toda la sociedad la que así se ofrece como objeto de la Medicina. Saliendo de nuestros gabinetes, hemos de ahondar en sus entrañas, hemos de llegar hasta su propia esencia y purificarla implacablemente.


Hubo una Medicina sacerdotal en remotos tiempos; fuimos luego simples prácticos; hoy, pujantes, continuamos, sublimándola, la labor de aquellas época. De nuevo encaminamos a los pueblos; de nuevo regulamos su existencia; de nuevo formulamos las bases de una actuación favorecedora de la vida y hasta de una moral que la enaltezca, como expresión de su excelsitud y de su belleza.


Cuando así se labora en todo el mundo, fuera criminal que no cooperásemos a la gran obra redentora. Hemos de salir de la modorra en que vivimos y luchar por ella públicamente donde quiera que precise. Por circunstancias diversas, quizá por culpa de todos, domina, desde algunos años, un espíritu farisaico en varias de nuestras Corporaciones médicas. Impasibles ante los infortunios de la sociedad, sólo salen de su inercia para discutir minucias profesionales. Bien dice algún Reglamento que los médicos, «aprovechando todas las ocasiones que se les presenten en el ejercicio de su profesión, ya por medio de apostolados orales ó escritos, inculquen a todas las clases de la sociedad la eficacia de la Medicina y de la Higiene, combatiendo toda clase de preocupaciones perjudiciales, y ayuden a favorecer y desarrollar la cultura de las clases inferiores...»; pero quienes esto imprimen no cuidan de practicarlo; obcecados por personalismos, ni efectúan apostolados sociales, ni comprenden á quienes los realizan.


Por la propia dignidad, por la dignidad patria, por la misma nobleza de nuestro sacerdocio, hemos de acabar con un estado que nos llevaría al anonadamiento. Con plena conciencia de nuestro ministerio cumplamos con él. Estudiemos las condiciones sociales; inquiramos como médicos sus defectos; busquemos la manera de enmendarlos; divulguemos los preceptos sanitarios, y demostremos sin tregua la eximia bondad de nuestra ciencia como soberana consejera de los hombres. Hemos sido por demasiado tiempo simples seguidores de sus dolencias; prevengámoslas; seamos, ante ellos, alegradores augures de salud magnífica.


Fundamos con este objeto el Instituto Médico-Social de Cataluña. Su fin es «el estudio y perfeccionamiento de la Medicina y de las condiciones sociales relacionadas con ella». Confiamos en que nuestros colegas se asociarán gustosamente a nuestra obra; a ella les invitamos, y al propio tiempo a cuantos, sin ser médicos, quieran ayudarnos con leal esfuerzo.


Seamos sacerdotes de la Vida; luchemos contra cuanto la mancille o aminore: el derecho a la Vida es el primero de todos los derechos. 


Barcelona, 15 de noviembre de 1910.





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